LA ADMIRACIÓN DE UN HERMANO MENOR, EL GRAN DOLOR DE UNA HERMANA MAYOR...
¡Soy feliz porque tengo hermanos!, es una frase que escucho muy poco. ¡Preferiría no tener hermanos!, es una frase que se escucha muy a menudo. Cuando un niño nace sin aún tener ningún hermano, la vida es una carencia absoluta. Es verdad que muchas veces se tienen dos padres felices de la llegada de un trocito de cielo, amor sólo para uno, pero esto no completa una vida. Un niño recién nacido con un destino susceptible, que se relaciona con adultos, aprendiendo de problemas, aprendiendo a ser infalible, aprendiendo muchas veces a desterrar la espontaneidad ante la vida, imposiblemente podrá lograr encontrar su propia felicidad. Puedo afirmar que el momento más hermoso de la vida de una niña es cuando nace su hermano (¡si tienes una hermana mayor, pregúntale!), ese cuerpecito que hace poco había comenzado a crecer, con la llegada de esta nueva personita maravillosa, comienza a vivir su niñez, logra disfrutar cada momento, hace de la emoción una arma de la cual no podrá sepa...