LA ADMIRACIÓN DE UN HERMANO MENOR, EL GRAN DOLOR DE UNA HERMANA MAYOR...

¡Soy feliz porque tengo hermanos!, es una frase que escucho muy poco. ¡Preferiría no tener hermanos!, es una frase que se escucha muy a menudo.

Cuando un niño nace sin aún tener ningún hermano, la vida es una carencia absoluta. Es verdad que muchas veces se tienen dos padres felices de la llegada de un trocito de cielo, amor sólo para uno, pero esto no completa una vida. Un niño recién nacido con un destino susceptible, que se relaciona con adultos, aprendiendo de problemas, aprendiendo a ser infalible, aprendiendo muchas veces a desterrar la espontaneidad ante la vida, imposiblemente podrá lograr encontrar su propia felicidad.

Puedo afirmar que el momento más hermoso de la vida de una niña es cuando nace su hermano (¡si tienes una hermana mayor, pregúntale!), ese cuerpecito que hace poco había comenzado a crecer, con la llegada de esta nueva personita maravillosa, comienza a vivir su niñez, logra disfrutar cada momento, hace de la emoción una arma de la cual no podrá separarse jamás. Cuando sabes que de tu madre ha nacido un bebé al que llaman tu hermano, sientes amor corriendo por tus venas, sientes que la felicidad como concepto es pequeño e inexplicable comparado con el verdadero sentimiento. Un hermano es el regalo máximo que alguien puede recibir.

¿Qué mérito tengo para recibir un regalo de esa intensidad, dos veces???                                   ¡NINGUNO!

Cuando una niña observa como su madre alimenta a su hermanito, y cuida de él todo el día, ella tiene deseos de hacer lo mismo o por lo menos de llegar a hacerlo. Ahí se encuentra la gran diferencia entre un hermano y una hermana mayor. El hombrecito, por lo general, recibe la educación de la situación, lo que se traduce a responsabilidad adquirida. Pero la mujercita, ya nació mujer, por lo tanto, la responsabilidad es innata.

Estos cuerpecitos hermanos comienzan un recorrido al que llaman vida. El o los hermanos menores definitivamente son muy distintos a su hermana mayor, la personalidad que éstos desarrollan es diferente muchas veces, porque para la hermana mayor su centro de atención, amor y admiración son sus hermanos y se ve involucrada la libertad. Estos seres menores reciben en forma de amor la libertad de la hermana mayor, por las responsabilidades que se van desarrollando con el tiempo y esto en ningún caso es un problema o una molestia… es una deuda que se va saldando con la entrega.

Es por eso, que las hermanas mayores siempre tenemos algo en común, un no sé qué… Nosotras hemos tenido un gran premio, del que tenemos que agradecer toda nuestra vida… El premio de que la vida te ayude a convertirte en una hermana mayor… de que esto te permita desarrollar el amor en todas sus formas de sentir, de que esto te haga conocer la sensibilidad, de que esto con dedicación y demasiado amor finalmente haga posible construir pedazo a pedacito una mamá.

Por todas esas cosas circunstantes que desarrollan las hermanas mayores, los hermanos menores se crean una admiración falta de realidad o de veracidad, hacia su hermana… Es el dolor que más cuesta arrancar… Es una admiración que nunca podré entender, porque han sido ellos los que nos han enseñado a tener vida, no nosotras.

Nuestros hermanos menores son nuestro más preciando tesoro, son nuestro increíble…