Sí, sentí que no sentía. Lo intenté y no resultó. Lo volví a intentar y me cambió. Busqué el lado diferente, e indagando entre los escombros, el cambio me pilló: despavorida, inquieta, distinta. Mi confianza no quería confiar, mis sentimientos no querían sentir, mi verdad no quería salir, mis ojos no querían ver, mis manos no querían palpar... escasa claridad que irritaba. Mi respiración no quería oxígeno. Mis pasos se agotaron de pasear, mis gritos se cansaron de no gritar. Mi cuerpo se encongía ante una demostración de afecto. En una época que se empeñan por demostrar que las certezas no existen, tambaleé. La fe, se quedó esperando y fue definitivamente, su mejor elección. El fulgor encontró su energía; y la energía, la nitidez. Juntos volaron muy distantes, tal vez por el miedo acostumbrado, que dolía el pecho, que abrumaba dentro. Inmersos en un no sé qué, encontrarón la dirección de sus sueños y esta vez completa. Descubrieron que es...
Todo suena muy repetitivo, cuando quiero referirme a la gratitud que hace algún tiempo acumulé. La vida creció y con ella, la verdad… el tiempo desapareció entre un montón de números, los días se volvieron felicidad y las noches guardaron el silencio que hace poco, aún me acompañaba. …Quedan pocos versos mentirosos y muchos sentimientos reales… Las metáforas se acabaron, porque la emoción es cada día más palpable. Jugué a creer y terminé creyendo jugar… Un juego soñado que aún no comenzaba, que ahora vivo, que ahora disfruto, que ahora respiro… ___________________________________________________ *Sin conocerte conté mil trescientos pétalos; ahora que estás conmigo, espero deshojar hasta la última flor... ___________________________________________________
Al terminar el día, cuando ya me encontraba acostada, pensé en que me habían quedado varias cosas por decir: Se me olvidó decirle al mimo de la calle, que cambió mi día, que despertó mi alegría y me hizo recordar las cosas importantes de la vida. Se me olvidó decirle a los músicos de la micro, que sus ojos en mis ojos me hicieron sentir que existía, que yo estaba ahí, de nuevo en mi cuerpo. Se me quedó entre el corazón y los labios decirle a la señora que me deseó lo mejor, que era un ángel en mi camino y que su abrazo era todo lo que necesitaba. Se me olvidó también decirle al carabinero que ese día no tenía ganas de esperar su respuesta, porque ya nadie me esperaba. También olvidé decirle al niño que vendía pañuelos junto a su madre, lo grande que es ayudándola, y a ella lo afortunada que es por tener un hijo como él. Y entre lo que le dije al chico de la guitarra que le cantaba a su polola, me faltó mencionarles lo bien que le hacen al mundo, al e...
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